lunes, 11 de enero de 2010

Idolatra por un demonio

CAPITULO 1

-: ¿Ya llevas todo Tanhia?-. Me dijo mi madre con voz dura y sin cariño. A veces llegaba a pensar que no me querían. ¿A quien engañaba? En verdad no me querían.

-: No Aída.-. Le conteste igual de cortadamente, mientras corría a mi habitación.

-: ¡Apúrale! Te vas a retrasar Tanhia.-. Me grito papa desde la camioneta. Mama contesto por mí.

-: ¡Solo le falta algo! ¿Que te falta Tanhia?-. Me pregunto igual de desesperada que Hugo.

-: Un minuto. Ya lo guardo.-. Grite desde mi cuarto mientras guardaba mis notas.

“Mis notas” era un cuaderno que había hecho con mis propias manos, estaba muy bien. Lo había decorado igual que mi cuarto, conforme a mi personalidad.

Estaba forrado de colores y tenia escritas de color negro a mis autores favoritos, los títulos de mis libros preferidos, tenia unos cuantos pétalos secos, pegados al forro y estaba dividido en dos secciones, “mis frases” y “secretos”, en “mis frases” ponía eso, frases que se me ocurrían, que bajaba de Internet, párrafos de libros, pero mi favorita era una que decía, “solo vives una ves, por eso ahí que aprovechar la vida al máximo”, me gustaría poder aprovecharla. En “mis secretos” escribía mis pensamientos, mis sentimientos, unas cuantas cosas que me gustan, era como un diario solo que no siempre escribía en el.

-: ¡Tanhia!-. Me grito mi madre. Al voltear la vi parada en la puerta.

-: Lo ciento. Me distraje.-. Dije con voz burlona. Mostraba cierta rebeldía con mis padres desde hacia algún tiempo. En el pasado me habían lastimado y supongo que no lo he superado.

-: Deja ese libro.-. Mis padres le llamaban libro al ver que siempre lo estaba leyendo.

-: No es un libro. Ya te dije que se llama mis notas.-. Casi le grite.

-: Cállate y sube a la camioneta.-. Me grito. Había ganado, así que tome mis notas, lo metí a la mochila, me la puse al hombro y me dirigí a la puerta, sin verla si quiera a la cara. Salí de casa y subí a la camioneta.

-: ¿Ya te despediste de tu madre?-. Me pregunto Hugo.

-: Si Hugo.-. Dije fingiendo fastidio. Aunque ellos no me quisieran yo los amaba y tarde o temprano se darían cuenta.

-: Recuerda que no la vas a ver dentro de mucho tiempo.-. Ya lo sabia “No lo hagas mas difícil ¿quieres? ¿Acaso no sabes lo difícil que es separarme de ella? Y este estupido comportamiento que tengo que fingir mientras estoy cerca de ustedes. Un tiempo lejos de ustedes me servirá para pensar.” Dije en mis adentros.

-: Lo se. Pero en serio, ya me despedí de ella.-. Cualquier otro padre que conociera bien a su hija sabría que estaba mintiendo, pero Hugo no.

-: Muy bien.-. Creo que sonrió. Puso en marcha la camioneta. Mi casa, mis amigos, mi madre, mi bosque, todo quedaba atrás.

Ahora viviría en una casa con tres compañeros, mi madre no había estado muy de acuerdo, pero mi padre no puso objeción, termino por acceder.

Llegamos al aeropuerto.

-: Aquí esta tu pasaporte. Ya conoces el plan ¿no? primero llegas, tomas un taxi, le das la dirección que te dio tu madre y…-.

-: …con la llave que medio mama abro la puerta, saludo a mis nuevos compañeros, subo a guardar mis cosas, pego todo lo que quiera en las paredes, decoro mi cuarto, saco mis libros, los coloco en el librero. Claro ustedes piensan no voy hacer todo de acuerdo al plan… y si alguno de mis compañeros quiere dormir conmigo le rompo la nariz sin darle siquiera tiempo pare decir con tigo.-. Me lo habían dicho tantas veces que ya me lo había aprendido de memoria. Tal ves me querían al menos un poquito.

-: Bien, Ya estas lista. Cuídate mucho ¿si?-. Hugo no sabía expresarse muy bien así que me dio un beso en la frente y me dijo “suerte”.

-: Gracias.-. Nunca me refería a ellos como papa o mama.

Me di la media vuelta y subí al avión.

-: veamos.-. Dije pensativa mientras buscaba mi asiento.

-: 23,23, aquí esta-. Puse mi mochila a lado de mis pies y me senté esperando a que el avión ascendiera.

-: Guau… digo… Hola. Disculpa pero estas sentada en mi asiento-.

-: OH… lo ciento.-. Conteste mientras me cambiaba de lugar para que el tomara su asiento. Me sonroje un poco.

-: Soy Collyn.-. Me extendió la mano, se la estreche.

-: Collyn López ¿Tu eres…?-.

-: Tanhia. Tanhia Blister.-. Me apresure a decir.

-: ¿Vas de vacaciones?-.

-: No, en realidad voy a la escuela.-.

-: Ah, si, si. Al instituto fríos ¿no es cierto?-.

-: Si, a ese.-. El muchacho era un cabello rojizo, de piel blanca, ojos negros y grandotes. Estaba muy guapo.

-: Que gracioso que una muchacha como tu vaya a esa escuela.-. Me indigne un poco y fruncí el ceño.

-: No te ofendas. Me refiero a que pareces una muchacha sencilla, por tu forma de vestir. Ni muy elegante, ni fachosa… Eres muy bonita de hecho.-. ¿Había dicho bonita? Nadie me había dicho eso nunca. Bueno, solo una persona, y esa era mi madre. Me había dicho que me tenía envidia, porque tenía un cuerpazo. Claro yo había creído que lo decía en broma. Además de que nunca había tenido novio.

Los niños de mi pueblo, eran asquerosos e inmaduros, y en la aldea me la pase toda la vida preocupada por Pool.

Mi cabello es de un tono negro muy fuerte, largo, lacio y brilloso. Mi piel: suave y pálida de mi madre. Ojos grandes y aceitunados de mi abuelo. Era delgada, nunca me había salido ni una llantita. Supongo que porque me había cuidado mucho desde que tenía 12 años.

Yo no era tan alta como mis padres, era estatura promedio y no me gustaba usar tacones, ni faldas largas hasta las pantorrillas.

-: ¿Tú también vas a la escuela?-. Le pregunte tratando de cambiar de tema.

-: No. De hecho yo si voy de vacaciones.-. Me sonrió.

-: ¿Quien podría venir aquí de vacaciones?-.

-: Bueno, vine a visitar a mi abuela.-.

-: Ah… ya veo.-.

Estuvimos platicando tres horas hasta que se quedo dormido y por fin pude descansar. Me había cansado de dirigirle tantas sonrisas de cortesía.

Al fin terminaron las seis horas de vuelo. La vos del piloto me despertó.

-: Favor de ponerse los cinturones, estamos descendiendo-. También se despertó Colyn.

-: ¿Ya llegamos?-. Me pregunto mientras daba un enorme bostezo.

-: Si.-. Suspire. Mire por la ventanilla. Era obvio que ya no estábamos en la aldea. Este lugar era un sitio mucho más pequeño que mi pueblo. En frente de la escuela había una gran avenida, y cruzándola estaban muchas casas grandes, eran las casas de los estudiantes, supongo. La escuela, era enorme y gris, pero atrás de ella estaba un enorme bosque. Era tan grande que no veía el final. No pude evitar sonreír al verle.

-: Nos vemos luego.-. Le dije a Collyn mientras tomaba mi mochila.

-: ¿No me vas a dar tú teléfono o algo?-. Me pregunto, desesperado.

-: Este lugar es muy pequeño. Lo más probable es que nos encontremos algunas ves.-.

Me sonrió, aunque no lo vi muy convencido. Me puse mi mochila al hombro y camine a la salida del avión.

Solo llevaba dos maletas, así que me las arregle yo sola para llevarlas hasta la calle.

El taxista me ayudo a subir las maletas a la cajuela. Al llegar me ayudo a llevarlas hasta la puerta.

La casa tenia una cocina algo pequeña, igual que el comedor, subí las escaleras y entre a la primera puerta, era una recamara muy amplia, tenia un ropero, dos burós, dos camas y un librero. Puse las maletas en una de las camas y Salí a dar un paseo.

La escuela era enorme, me pare en frente. El jardín que estaba delante era seco. Las flores amarillas, secas y rotas, el pasto, igual de descuidado. Hasta que vi el gran bosque. Corrí en dirección al primer árbol que me gusto. Toque la madera suave, era de un color fuerte y lleno de vida. Seguí caminando hacia el bosque, hasta que me adentre en el. Olía delicioso, me sentía bien y tranquila. No podía tener miedo de comenzar una nueva vida en este lugar tan bello y sereno.

Seguí caminando dentro del bosque hasta que ya no pude ver el pavimento. No me daba miedo estar aquí, era un lugar muy bello y delicioso, además de que no me sentía aislada. Los árboles me cuidaban y al hablarles ya no me sentía tan sola.

-: ¿Sabes que acabo de llegar aquí?-. Le pregunte a un árbol que se parecía a mi abuelo.

-: Es muy pequeño, y seguramente va a ser un infierno. La escuela. Pero con tigo me siento bien.-. Dije mientras me sentaba junto a el.

-: Te voy a contar algo.-. Dije cambiando el tono de mi voz a un susurro, como cuando cuentas algo que no quieres que nadie mas escuche.

-: Vine aquí solamente para alejarme de mi casa. Se que suena como una niñería pero es que tu no sabes como se pelean mis papas, además casi nunca están en casa. Un muchacho me molestaba siempre con su grupo de amigos y ya no lo soportaba.-. Me calle un momento recordando cuantas veces me había peleado con mis papas y el acoso de ese muchacho. Escuche el sonido de una ramita romperse.

-: ¿Hola?-. Pregunte con voz tranquila. Lo escuche de nuevo pero esta ves mas cerca. Rápidamente me levante, el árbol me tocaba la espalda. Escuche otro ruido, mas fuerte que no pude distinguir.

-: ¿Quién anda ahí?-. Pregunte, mi voz se oía más alterada.

Las ramas de un arbusto se comenzaron a mover y escuche más ruidos. No pude evitar correr. Seguí corriendo tratando de alejarme de aquellos sonidos. Ya no los escuchaba, así que volví la cabeza sin dejar de correr, hasta que tropecé con una rama y mi cara callo sobre unas espinas arañándome toda la mejilla derecha. Me quede boca abajo tratando de ver algo. Nada… ni sonidos, ni ramas moviéndose, ni pasos… nada, solo yo con la brisa y los árboles.

-: Que lindas son.-. Exclame jadeando al ver las espinas que me lastimaron. Trate de sonreír pero no pude, me senté en flor de loto y contemple las espinas, tal ves me ayudaran a calmarme.

-: Las ocho.-. Ni siquiera me había dado cuenta de que ya había oscurecido. Me incorpore rápidamente y camine para el lado contraria de las espinas.

-: Ah.-. Dije al tropezar.

-: Demonios.-. Dije al tropezar de nuevo. No veía nada a oscuras en el bosque. Recordé que Aída me había regalado un llavero con una lucecita. Lo saque rápidamente y prendí la luz. No se veía mucho pero me servia.

-: Al fin.-. Exclame al ver la gran escuela dos metros más lejos de la salida.

Camine hasta llegar a la puerta de esa grande instalación. No permitían la entrada hasta pasadas de las diez.

Me daba un poco de miedo tocar esas grandes puertas pero me arme de valor y lo hice.

La puerta no tardo ni dos segundos en abrir.

-: Buenas noches.-. Dijo un señor con voz grave y ronca. Cuando lo vi me percate de que no solo su vos daba miedo si no también su cara y su cuerpo robusto. Llevaba un saco negro, era alto, igual que mi papa, o más. De pelo negro muy bien cortado y ojos marrones.

-: Este… hola.-. Dije tartamudeando.

-: Señorita Blister ¿eh? No creí que llegara tan tarde.-. Debí pensar que se vería muy grosero llegar a esas horas por tu uniforme, pero ni siquiera vi una sonrisa.

-: Perdón.-. Fui lo único que pude decir.

-: Adelante.-. Dijo al mismo tiempo que se hacia a un lado para dejarme pasar.

-: Gracias.-. Conteste.

Por dentro la escuela era mucho peor. Estaba casi a penumbras. No vería nada si no fuera por esa única lámpara encendida. Todas las paredes eran grisas, aunque de noche se veían negras. El piso también era gris. En las paredes había una lámpara y dos metros más lejos, otra, y así hasta el final del pasillo.

Entramos a la primera puerta que decía “recepción”. Solo había un escritorio, y una señora sentada en el, que no levanto la mirada.

-: Señora Lil.-. Le llamo el señor que me acompañaba. Cuando levanto rápidamente la cara, pude ver que se veía muy cansada. Tenia ojeras, palillos en el cabello, su saco color feúcha que estaba muy arrugado.

-: Director Crom.-. Dijo sorprendida al percatarse de nuestra presencia. Su mirada se poso en mí.

-: Tú debes ser… Tanhia.-.

-: Mucho gusto.-. Dije mientras le daba la mano

-: Dame un segundo. Ahora te doy tu uniforme.-. Al levantarse pude notar que su falda estaba mucho más arrugada que su saco. Se dirigió a una puerta que no vi antes, estaba a lado de su escritorio. Salio con una bolsa de plástico en las manos, había ropa gris y azul adentro.

-: Aquí tienes.-. Dijo con una sonrisa muy grande.

-: Gracias.-. No podía estar igual de feliz que ella.

-: Te v a gustar. Realmente esta muy bonito.-. “lo dudo” quise contestarle.

-: Supongo que es todo lo que necesita ¿no señorita Blister?-. Me dijo el director.

-: Ah…si… Hasta mañana señora Lil.-.

-: Señorita. Por favor.-. Le había dicho señora. Que humillante. Es que estaba tan mal arreglada que se veía mayor de lo que en realidad era.

-: A. Y señorita. Le pido no vuelva a llegar tarde.-. Me dijo el director con cara de pocos amigos.

-: Si… director.-. Me volví y camine hasta que llegue a la puerta de la entrada con mi uniforme en la mano. Después Salí corriendo hasta llegar a la casa.

Subí las escaleras con fastidio y esperanzada de que todavía no hubiera llegado nadie.

-: Ah. Hola.-. Había una muchacha joven moviendo muebles.

-: Hola. Me llamo Celia. Perdón por mover los muebles, es que no quise mover tus cosas y a mi no me gusta dormir junto a la ventana.-. Me dijo, con voz un poco baja.

-: No importa. Te ayudo.-. Me apresure a decir. Terminamos exhaustas.

-: ¿Como te llamas?-. Me pregunto.

-: A si. Soy Tanhia Blister. ¿Somos las únicas aquí?-.

-: Claro que no.-. Dijo sonriendo.

-: Leo y Guero fueron por botana a la tienda. Por cierto.-. Dijo como cuando a uno se le pasa algo.

-: ¿Dónde estabas?-. Tenia pinta de ser muy chismosa. Así que le conteste sin contarle todo por completo.

-: Fui a dar un paseo.-.

-: Pero…-. Estaba confundida. Se rasco la cabeza y miro mi cachete y mis palmas extendidas. Me ardían.

-: ¿Esto?-. Dije señalando mis heridas. Asintió.

-: Me tropecé.-. Asintió lentamente.

-: Auch.-. Fingió estremecerse. Me reí.

-: ¿Te duelen?-. Tarde un segundo en darme cuenta de que estaba mirando mis rodillas. Por instinto me agache para verlas. Mi pantalón de mezclilla estaba roto de la rodilla izquierda. Mi rodilla estaba abierta y mi calceta estaba manchada de sangre, al igual que mi pantalón.

-: ¡Demonios!-. Al verlas de inmediato me comenzaron a arder.

-: Tranquila yo te puedo curar. El viernes ya no vas a tener nada.-.

-: ¿Cómo?-. Pregunte. De inmediato me arrepentí por que me escuche muy grosera. Pero a Celia le dio risa.

-: Tranquila, con una pomada. Pero mañana vas a tener que usar una venda. Se te abrió la rodilla. Creo que ya lo sabes ¿no?-. Se levanto, y fue directo a su cajón del buró. No parecía esperar respuesta sin embargo yo se la di.

-: Lo se.-.

-: ¿Donde y como te caíste?-. Oí una nota de humor en su voz. Odiaba mentir, pero lo hice. No quería decirle a nadie lo que me paso en el bosque.

-: Iba corriendo, me caí y mi rodilla se estampo con la banqueta.-. En realidad había sido con una roca. Pero no hay mucha diferencia. Se salio de la recamara y regreso con un trapo mojado, luego tomo la pomada de su mochila y la venda. Me ardió un poco el roce con el trapo, el resto fue fácil. Cuado me estaba poniendo la venda sonrió para si misma y me hablo sorprendida.

-: Tienes una piel hermosa.-. Me eche a reír. Ella de repente se preocupo, como si hubiera dicho algo malo. Todas mis amigas me lo decían siempre que tocaban mi piel.

-: Gracias.-. Me miro y cuando la voltee a ver siguió con mi rodilla. Era claro que le dio curiosidad mi loca carcajada, pero decidí dejarla con la duda.

Se escucho que una puerta azoto.

-: Ya llegaron. Y yo ya acabe.-. Dijo al tiempo que se levantaba de un salto. Se dirigió a la puerta. Yo me levante, tome mi maleta y comencé a desempacar.

-: ¿No vienes?-. Dijo con curiosidad.

-: Ahora voy. Quiero desempacar primero.-. Dije. Me sorprendió su invitación.

Celia se salio y cerro la puerta. Seguí desempacando y escuche como se azotaba la puerta de la recamara.

En mi maleta, hasta abajo había algo duro. Saque la ropa que tenía arriba y me encontré con una lámpara de buró con foco rosa. Tenía una nota pegada.

Tanhia:

Te damos esta lámpara para demostrarte cuanto te queremos, aunque solo sea un pequeño detalle, innecesario, creo yo.

Te deseamos toda la suerte del mundo en tu nueva vida. Pero lo más importante es que no olvides que te amamos.

Piensa en nosotros.

Con cariño mama.

Me hubiera echado a llorar, pero afortunadamente Celia me llamo.

-: ¡Tanhia!-. Me grito, más bien.

-: ¡¿si?!-.

-: ¡Baja!-.

-: ¡Si!-. Fue todo lo que pude decir. No gritaba muy fuerte.

Escondí la nota en el cajón de mi buró y baje con paso apurado.

-: ¿Qué tal?-. Me dijo un muchacho que me dedico una enorme sonrisa. Desde hace mucho tiempo no me sentía con una bienvenida tan prospera. Me hizo sentir bien. Su cabello era negro, tenia ojos verdes y pantalones de mezclilla rotos, también usaba una playera de tirantes naranja y fodonga y una gorra volteada de lado.

-: Hola.-. Respondí.

El otro muchacho se apresuro rápidamente hacia mí. Era castaño, de piel bronceada, sus ojos eran café fuerte, era robusto, delgado y su mirada era ruda.

-: ¿Quieres quedarte con nosotros?-. Me pregunto ilusionado el castaño.

-: Pues… de verdad me gustaría, pero es que tengo muchas cosas que hacer.-.

-: No te preocupes. En otra ocasión.-. Dijo el muchacho de pelo negro, lacio, con mirada vacilante.

-: Soy Leo.-. Me dijo el castaño.

-: Y yo soy Guero.-. Se apresuro a presentarse el otro.

-: Yo soy Tanhia.-. Dije.

-: Bueno… nos vemos mañana.-. Los despedí con la mano y subí corriendo las escaleras. Realmente solo había ido a saludar y el chico Guero me hizo sentir más cómoda de lo que me abría imaginado.

Puse mi edredón de corazones rosas, morados, verdes, azules y amarillos, su fondo era negro. Y a mis almohadas les puse las fundas, una verde y un amarilla. Coloque mi lámpara en mi buró y saque mi computadora portátil. Quería investigar sobre la escuela, pero en la media hora que estuve buscando no encontré nada. Se me hizo muy raro que una escuela tan cara no tuviera su página de Internet, pero así era, no la encontraba en ningún sitio, hasta que me rendí. Estaba muy cansada y aburrida, pero no podía dormir así que me levante y comencé a leer un rato en lo que me daba sueño.

-: Tanhia, Tanhia.-. Me susurro Celia, mientras me agitaba del hombro.

-: ¿Que?-. Dije medio dormida.

-: ¿Te vas a tapar?-.

-: ¿Me quede dormida?-. Pregunte mientras me levantaba y acomodad el libro en su sitio. Me apresure a lavarme los dientes, a ponerme mi short que usaba para dormir, mi blusita de tirantes verde militar y a hacerme una coleta sin mucho trabajo. Me recosté en mi cama y me quede dormida.

2 comentarios: