lunes, 11 de enero de 2010

Idolatra por un demonio

PRIMER DÍA DE CLASES.

-: ¿Tanhia?-. Me llamo Celia con un susurro.

-: ¿Pasa algo?-. Pregunte aun adormilada.

-: No. Es que… tu despertador ya sonó… pensaba que estabas despierta pero…-. Seguía susurrando. La interrumpí bruscamente.

-: ¿Que ya sonó?-. Pregunte sentándome en mi cama en flor de loto.

-: Si-. Me dijo.

-: Tu despertador sonó a las siete, pensé que estabas despierta… Te volviste y lo aventaste al suelo. Pensé que no te gustaba despertarte temprano porque inmediata mente te acurrucaste.-.

-: ¿Y? ¿Dónde esta mi despertador?-.

-: Bueno… se rompió.-. Me levante lentamente rascándome la cabeza. Lance un grito ahogado al tiempo que cojeaba, y sobaba mi planta del pie.

-: Creo que no recogí todos los pedazos.-. Dijo Celia haciendo una mueca.

-: No te preocupes.-. Me dolía mucho. Pero me hizo el favor de recoger todos los pedazos, no podía decir nada. Me dolía todavía el pie, así que me fui cojeando a desayunar.

Baje las escaleras descalza, con mi short y la blusa y tome el cereal, la leche y un tazón.

-: ¿Es todo lo que vas a comer?-. Voltee, Leo estaba detrás, llevaba unos boxers amarillos que combinaban con su cabello y una playera de tirantes blanca. Me dirigió una sonrisa. Le devolví la sonrisa.

-: Hola.-. Dije con un hilo de vos.

-: ¿Cómo amaneciste?-.

-: No estoy mal.-. Respondí.

-: ¿Segura?-. Me pregunto mirando la mesa.

-: Si ¿Por qué?-. Pregunte confundida.

-: Es que… la mayoría de la gente sirve la leche en al tazón, no en el suelo.-. Seguía mirando la mesa. Me volví instintivamente. La leche estaba toda tirada en la mesa, justo a lado del tazón. Ya se estaba manchando el suelo también. Solté el cartón de leche, ya no quedaba nada. Tome un trapo y comencé a limpiar. Leo se agachó para ayudarme y terminamos mucho más rápido que si lo hubiera hecho yo sola. Me dio mucha vergüenza cometer una estupidez como esta después de mi primera noche aquí. La verdad era que yo no servía en las mañanas, creo que era bastante obvio.

-: Gracias.-. Respondí casi en susurro y con la mirada baja.

-: No hay de que.-. Me sonrió mientras tomaba el cereal y metía la mano comiéndolo directa mente del cartón.

Me volví a terminar mi cereal y comerlo rápidamente.

-: Nos vemos en… ¿una hora?-. Le dije mientras recordaba que nos íbamos juntos.

-: Si.-. Se rió bajito como si le diera risa que yo fuera una principian te.

Me subí rápidamente. Tenia que ducharme.

Al salir, me senté directa mente, todavía con mi bata puesta y mi toalla en el cabello, en frente del tocador. No me maquillaba, así que saque la crema yme puse en mis piernas, en los brazos, en las manos y en el rostro. Me seque el cabello con la toalla, y me lo cepille. Después me lo peine, poniéndome dos pincitas azules en cada lado del cabello, liberando mi cara de cualquier mechón de pelo que pudiera caer.

“Al fin es hora de ponerme este odioso uniforme”, pensé. Era una falda un poco arriba de la rodilla, de color gris, una blusa blanca abotonada y un suéter azul marino sin botones, ni cierre, con rojo en las muñecas. La última vez que había usado uniforme había sido en jardín de niños, era un vestido largo amarillo, de hecho tenia fotos.

Ya estaba lista, llevaba todo: mi mochila verde, mi carpeta dentro de esta, mi laptop con suficiente batería, también en mi mochila, mis calcetas blancas puestas, y mis zapatos negros. Por supuesto también dinero para lo necesario.

Estaba muriéndome de nervios. ¿Que tal si los niños eran como los de mi pueblo? ¿Y las niñas?, ¿y si nadie me aceptaba?, ¿Y si había alguien como Pool? No quería ni pensarlo, Bueno al menos tenía a Leo. Le tenía un poquito de confianza y esperaba que me apoyara en esto.

Sentía que la misma escuela se burlaba de mí. “Nadie te va aceptar. Mira nada mas como te ves con ese uniforme, mírate tus pincitas.” Me decía mientras se echaba a reír.

-: ¿Estas bien?-. Me pregunto Guero con su indiscutible vos vacilona.

-: Si.-. Mentí.

Los tres subieron una ceja, inmediatamente la bajaron y fueron a la tienda por un refresco. Habíamos llegado temprano.

Fui al bosque, al menos a la entrada.

-: ¿Cómo amaneciste?-. Le dije al “Primer árbol”, Usualmente les ponía nombre a mis favoritos. Y este me gustaba.

-: Yo no amanecí muy bien, sigo asustada por lo que paso ayer, pero me prometí olvidarlo y es lo que voy a hacer. De hecho…-. Dije pensativa.

-: Tengo más curiosidad que miedo. Se que no debería ser así, pero así es, no puedo hacer nada.-. Les decía todo a los árboles: mis mas grandes secretos, lo que pensaba, lo que me asuntaba, lo que sentía, lo que me hacia feliz.

-: No quiero ir a la escuela. Te voy a ser sincera. Me da miedo, si, si, me da miedo no ser aceptada. Que vuelva a ser como mis otras escuelas. Todo me da miedo.-. Respire profundo, tratando de calmar mis nervios, me temblaban las rodillas.

-: Esta noche volveré. Ya veras.-. Le prometí.

-: ¡Ya podemos entrar!-. Me grito Leo desde el jardín desgastado de la escuela. Corrí a su encuentro.

-: Va a ser horrible.-. Comente al llegar, mientras fruncía los labios.

-: ¿Estudiar?-. Me pregunto confundido.

-: Eso lo soporto. Hablo del lugar… de todo esto, es horrible.-.

-: Si, creo. A mí nunca me ha parecido una molestia. Hay unos antros bien padres.-. La palabra me tomo por sorpresa. Nunca había ido a uno. Se me hacían para gente inmadura e imprudente. Sin embargo me guarde mis comentarios.

-: Nunca e visitado uno.-. Dije muy seria. Comenzamos a caminar hacia mi primera clase. Ya tenía mi horario.

-: No te preocupes. Debe ser un poquito raro ser la única adolescente que nunca ha visitado un antro, pero yo te voy a llevar un día de estos. Nada más que mis papas me manden dinero.-. ¡No! Grite en mis adentro. No quería ir a un antro. Había oído de ellos, y no eran cosas bonitas las que me habían dicho. También hablaban de ellos en las noticias. Decían “murieron cien adolescentes en el antro lo que sea”, y “en este otro doscientos heridos”. Todos eran adolescentes. Y me aterraba ser una de esos doscientos.

Me dejo en la puerta de mi clase de literatura.

-: ¿Profesor Durantes?-. Pregunte mientras asomaba mi cabeza por la puerta con inseguridad.

-: Si. Pase señorita Blister. Me gusta que llegue temprano. Muy buena educación.-. Le sonreí agradecida.

Con forme avanzaba el tiempo el salón se iba llenando de alumnos. El último muchacho en entrar llego quince minutos tarde.

-: ¡Lo ciento! ¡Lo ciento!-. Dijo mientras aventaba la puerta bruscamente. No pude evitar no quedármele viendo. Tenia el pelo castaño, muy brilloso, pero al mismo tiempo un poco oscuro. Ojos color miel, demasiado claros, su piel era blanca y sus rasgos eran muy atractivos, además de que se veía un poco mayor de diecisiete años, aun así era imposible dejar de mirar.

-: De nuevo tarde Jonny. Te dejare pasar solamente porque es el primer día. Pero no se volverá a repetir.-. Asintió y sonrió.

Se sentó en la silla mas cerca de la puerta y saco su cuaderno. Me le quede mirando, era tan guapo. Se percato de mi mirada y me sonrió, luciendo unos dientes preciosos y perfectos. Me concentre en mi carpeta tratando de parecer indiferente. Espere a que dejara de mirarme pero no lo hizo hasta que termino la clase.

-: Nos vemos mañana.-. Se despidió el profesor.

Se volvió con calma y guardo sus cosas, mientras que yo las recogí como si tuviera prisa. Me aproxime a la puerta y me volteo a ver, le devolví la mirada mientras seguía caminado con lentitud. Salí del salón con un solo paso…

-: ¡Ahí!-. Gemí.

-: ¡Fíjate!-. Me gruño.

Había chocado con un muchacho, y nuestros libros se cayeron al suelo. Nos agachamos a recogerlos.

-: ¿Tu?-. Escuche que susurraba. finji no escuchar nada y segui recojiendo mis libros ¿Nos conocíamos? Me sorprendió que me llamara “tu” al menos yo no lo conocía.

Llevaba una carpeta negra con una tirita azul en la parte del costado para ver donde estaba el apunte de hoy. Cuando iba a recojerla su mano se poso sobre la mía. Levanto la mirada y yo levante la mía. Tenía el cabello negro, corto y despeinado, su piel era blanca, suave y perfecta, sus ojos grandes y de un negro profundo. Llevaba una playera negra de manga larga y un pantalón de mezclilla muy desgastado y roto. Lo tenía tan cerca que sentía su aliento en la cara. Se estremeció, quito la mano de la mía tan rápido que me rasguño, se apresuro a recoger sus cosas se levanto y se fue casi trotando. Su comportamiento me hizo sentir intimidada.

-: No le hagas caso. Es muy grosero. Nunca ha sido amable.-. Me volví. El tal Jonny me había hablado. Se agacho a recoger mis cosas y su mirada se poso en mi mano con desaprobación. Se levanto y yo lo imite.

-: ¿Te duele?-. Me pregunto muy serio.

-: No… solo fue un pequeño rasguño.-. Dije tratando de restarle importancia.

-: ¿Te acompaño?-. Me pregunto mientras tomaba mi mochila del suelo. Comenzamos a caminar hacia mi siguiente clase.

-: ¿Qué clase tienes?-. Me pregunto.

-: Física.-. Respondí rápidamente. El asintió sin dejar de sonreír y seguimos caminando.

-: ¿Cómo te llamas?-. Me pregunto.

-: Soy Tanhia Blister.-.

-: Yo soy Jonny Maldonado.-. Me dijo mientras me estiraba la mano, se la estreche.

-: No suelo ser curioso…-. Dijo mientras caminábamos.

-: Pero… ¿Que te paso en el cachete?-. Demonios. ¿Se notaba tanto? No quería que mucha gente me preguntara que me había pasado.

-: Me tropecé.-. Dije. El miro mi cachete y luego resoplo.

Había algo en el, algo que hacia que me sintiera segura y protegida.

-: ¿Nos vemos luego?-. Me pregunto. “Por supuesto”, “No lo dudes”, “Pero claro”, “Como no”, “Te estaré esperando”.

-: Si.-. De todas las contenciones que había estado planeando fue la que se me salio.

-: Estoy aquí a lado. En español. Te veo.-. Dijo mientras me daba mi mochila, me dirigía otra sonrisa y entraba a la puerta de delante. Yo entre al salón.

Al entrar me senté en la silla más cerca de la puerta y entro el muchacho de la playera negra. No dejo de mirarme ni siquiera cuando se sentaba en una silla. La clase se paso muy lento y en ningún momento me dejo de mirar. Mis manos me sudaban y me sentía nerviosa, el muchacho de ojos negros y profundos me miraba con una intensidad que no creí posible.

-: Para mañana quiero que me formulen diez preguntas acerca de lo que vimos hoy.-. La señora Alba Zabaleta logro captar mi atención con una vos algo potente. No importaba el tono de su voz, la clase seguía siendo aburrida.

Lo mire de nuevo, me devolvió la mirada por unos segundos hasta que cerro los ojos fuertemente y se volvió a recoger sus cosas. Hice lo mismo pero más nerviosa que antes. Las manos me temblaban y quería salir de ahí cuanto antes. Salí del salón dando solo dos pasos, al tiempo que chocaba con Jonny. Nos agachamos los dos al mismo tiempo a recoger mis libros. El llevaba mochila por lo tanto no se le cayeron.

-: No te vi. Lo ciento.-. Dijo.

-: Soy yo la que se tiene que disculpar.-. Me dio curiosidad así que le pregunte.

-: ¿Por qué te disculpaste?-.

-: Por educación, supongo.-. No se tardo nada en contestar. Debí pensar que era obvio. Me sonrió.

-: Hoy estoy chocando con todos.-. Dije con una voz apenas audible. Me daba mucha vergüenza, al tiempo que me hacia enojar. El sonrió más ampliamente.

-: No te preocupes. Es tu primer día, es obvio que estés nerviosa.-. En parte era cierto. Solo que no me ponía nerviosa por la escuela. Me ponían nerviosa las miradas de los muchachos. Comenzamos a caminar. Aunque le dije a mi cuello que no volteara volteo, sin hacerme caso. El muchacho de ojos profundos y negros iba saliendo apenas del salón. Me devolvió la mirada.

-: ¿Pasa algo?-. Me pregunto Jonny. Me voltee a verlo.

-: No… nada.-.

En comparación con esas dos primeras clases, el resto del día fue aburrido. Almorcé con Leo, Güero y Celia. Aunque me percate de que el muchacho de ojos profundos, me lanzaba miradas discretas. No sabia como sentirme, ¿me debía sentir alagada? o ¿debía tener miedo? Después de todo parecía un chico de cuidado. Mire el rasguño de mi mano y lo acaricie.

DAFNY

Idolatra por un demonio

CAPITULO 1

-: ¿Ya llevas todo Tanhia?-. Me dijo mi madre con voz dura y sin cariño. A veces llegaba a pensar que no me querían. ¿A quien engañaba? En verdad no me querían.

-: No Aída.-. Le conteste igual de cortadamente, mientras corría a mi habitación.

-: ¡Apúrale! Te vas a retrasar Tanhia.-. Me grito papa desde la camioneta. Mama contesto por mí.

-: ¡Solo le falta algo! ¿Que te falta Tanhia?-. Me pregunto igual de desesperada que Hugo.

-: Un minuto. Ya lo guardo.-. Grite desde mi cuarto mientras guardaba mis notas.

“Mis notas” era un cuaderno que había hecho con mis propias manos, estaba muy bien. Lo había decorado igual que mi cuarto, conforme a mi personalidad.

Estaba forrado de colores y tenia escritas de color negro a mis autores favoritos, los títulos de mis libros preferidos, tenia unos cuantos pétalos secos, pegados al forro y estaba dividido en dos secciones, “mis frases” y “secretos”, en “mis frases” ponía eso, frases que se me ocurrían, que bajaba de Internet, párrafos de libros, pero mi favorita era una que decía, “solo vives una ves, por eso ahí que aprovechar la vida al máximo”, me gustaría poder aprovecharla. En “mis secretos” escribía mis pensamientos, mis sentimientos, unas cuantas cosas que me gustan, era como un diario solo que no siempre escribía en el.

-: ¡Tanhia!-. Me grito mi madre. Al voltear la vi parada en la puerta.

-: Lo ciento. Me distraje.-. Dije con voz burlona. Mostraba cierta rebeldía con mis padres desde hacia algún tiempo. En el pasado me habían lastimado y supongo que no lo he superado.

-: Deja ese libro.-. Mis padres le llamaban libro al ver que siempre lo estaba leyendo.

-: No es un libro. Ya te dije que se llama mis notas.-. Casi le grite.

-: Cállate y sube a la camioneta.-. Me grito. Había ganado, así que tome mis notas, lo metí a la mochila, me la puse al hombro y me dirigí a la puerta, sin verla si quiera a la cara. Salí de casa y subí a la camioneta.

-: ¿Ya te despediste de tu madre?-. Me pregunto Hugo.

-: Si Hugo.-. Dije fingiendo fastidio. Aunque ellos no me quisieran yo los amaba y tarde o temprano se darían cuenta.

-: Recuerda que no la vas a ver dentro de mucho tiempo.-. Ya lo sabia “No lo hagas mas difícil ¿quieres? ¿Acaso no sabes lo difícil que es separarme de ella? Y este estupido comportamiento que tengo que fingir mientras estoy cerca de ustedes. Un tiempo lejos de ustedes me servirá para pensar.” Dije en mis adentros.

-: Lo se. Pero en serio, ya me despedí de ella.-. Cualquier otro padre que conociera bien a su hija sabría que estaba mintiendo, pero Hugo no.

-: Muy bien.-. Creo que sonrió. Puso en marcha la camioneta. Mi casa, mis amigos, mi madre, mi bosque, todo quedaba atrás.

Ahora viviría en una casa con tres compañeros, mi madre no había estado muy de acuerdo, pero mi padre no puso objeción, termino por acceder.

Llegamos al aeropuerto.

-: Aquí esta tu pasaporte. Ya conoces el plan ¿no? primero llegas, tomas un taxi, le das la dirección que te dio tu madre y…-.

-: …con la llave que medio mama abro la puerta, saludo a mis nuevos compañeros, subo a guardar mis cosas, pego todo lo que quiera en las paredes, decoro mi cuarto, saco mis libros, los coloco en el librero. Claro ustedes piensan no voy hacer todo de acuerdo al plan… y si alguno de mis compañeros quiere dormir conmigo le rompo la nariz sin darle siquiera tiempo pare decir con tigo.-. Me lo habían dicho tantas veces que ya me lo había aprendido de memoria. Tal ves me querían al menos un poquito.

-: Bien, Ya estas lista. Cuídate mucho ¿si?-. Hugo no sabía expresarse muy bien así que me dio un beso en la frente y me dijo “suerte”.

-: Gracias.-. Nunca me refería a ellos como papa o mama.

Me di la media vuelta y subí al avión.

-: veamos.-. Dije pensativa mientras buscaba mi asiento.

-: 23,23, aquí esta-. Puse mi mochila a lado de mis pies y me senté esperando a que el avión ascendiera.

-: Guau… digo… Hola. Disculpa pero estas sentada en mi asiento-.

-: OH… lo ciento.-. Conteste mientras me cambiaba de lugar para que el tomara su asiento. Me sonroje un poco.

-: Soy Collyn.-. Me extendió la mano, se la estreche.

-: Collyn López ¿Tu eres…?-.

-: Tanhia. Tanhia Blister.-. Me apresure a decir.

-: ¿Vas de vacaciones?-.

-: No, en realidad voy a la escuela.-.

-: Ah, si, si. Al instituto fríos ¿no es cierto?-.

-: Si, a ese.-. El muchacho era un cabello rojizo, de piel blanca, ojos negros y grandotes. Estaba muy guapo.

-: Que gracioso que una muchacha como tu vaya a esa escuela.-. Me indigne un poco y fruncí el ceño.

-: No te ofendas. Me refiero a que pareces una muchacha sencilla, por tu forma de vestir. Ni muy elegante, ni fachosa… Eres muy bonita de hecho.-. ¿Había dicho bonita? Nadie me había dicho eso nunca. Bueno, solo una persona, y esa era mi madre. Me había dicho que me tenía envidia, porque tenía un cuerpazo. Claro yo había creído que lo decía en broma. Además de que nunca había tenido novio.

Los niños de mi pueblo, eran asquerosos e inmaduros, y en la aldea me la pase toda la vida preocupada por Pool.

Mi cabello es de un tono negro muy fuerte, largo, lacio y brilloso. Mi piel: suave y pálida de mi madre. Ojos grandes y aceitunados de mi abuelo. Era delgada, nunca me había salido ni una llantita. Supongo que porque me había cuidado mucho desde que tenía 12 años.

Yo no era tan alta como mis padres, era estatura promedio y no me gustaba usar tacones, ni faldas largas hasta las pantorrillas.

-: ¿Tú también vas a la escuela?-. Le pregunte tratando de cambiar de tema.

-: No. De hecho yo si voy de vacaciones.-. Me sonrió.

-: ¿Quien podría venir aquí de vacaciones?-.

-: Bueno, vine a visitar a mi abuela.-.

-: Ah… ya veo.-.

Estuvimos platicando tres horas hasta que se quedo dormido y por fin pude descansar. Me había cansado de dirigirle tantas sonrisas de cortesía.

Al fin terminaron las seis horas de vuelo. La vos del piloto me despertó.

-: Favor de ponerse los cinturones, estamos descendiendo-. También se despertó Colyn.

-: ¿Ya llegamos?-. Me pregunto mientras daba un enorme bostezo.

-: Si.-. Suspire. Mire por la ventanilla. Era obvio que ya no estábamos en la aldea. Este lugar era un sitio mucho más pequeño que mi pueblo. En frente de la escuela había una gran avenida, y cruzándola estaban muchas casas grandes, eran las casas de los estudiantes, supongo. La escuela, era enorme y gris, pero atrás de ella estaba un enorme bosque. Era tan grande que no veía el final. No pude evitar sonreír al verle.

-: Nos vemos luego.-. Le dije a Collyn mientras tomaba mi mochila.

-: ¿No me vas a dar tú teléfono o algo?-. Me pregunto, desesperado.

-: Este lugar es muy pequeño. Lo más probable es que nos encontremos algunas ves.-.

Me sonrió, aunque no lo vi muy convencido. Me puse mi mochila al hombro y camine a la salida del avión.

Solo llevaba dos maletas, así que me las arregle yo sola para llevarlas hasta la calle.

El taxista me ayudo a subir las maletas a la cajuela. Al llegar me ayudo a llevarlas hasta la puerta.

La casa tenia una cocina algo pequeña, igual que el comedor, subí las escaleras y entre a la primera puerta, era una recamara muy amplia, tenia un ropero, dos burós, dos camas y un librero. Puse las maletas en una de las camas y Salí a dar un paseo.

La escuela era enorme, me pare en frente. El jardín que estaba delante era seco. Las flores amarillas, secas y rotas, el pasto, igual de descuidado. Hasta que vi el gran bosque. Corrí en dirección al primer árbol que me gusto. Toque la madera suave, era de un color fuerte y lleno de vida. Seguí caminando hacia el bosque, hasta que me adentre en el. Olía delicioso, me sentía bien y tranquila. No podía tener miedo de comenzar una nueva vida en este lugar tan bello y sereno.

Seguí caminando dentro del bosque hasta que ya no pude ver el pavimento. No me daba miedo estar aquí, era un lugar muy bello y delicioso, además de que no me sentía aislada. Los árboles me cuidaban y al hablarles ya no me sentía tan sola.

-: ¿Sabes que acabo de llegar aquí?-. Le pregunte a un árbol que se parecía a mi abuelo.

-: Es muy pequeño, y seguramente va a ser un infierno. La escuela. Pero con tigo me siento bien.-. Dije mientras me sentaba junto a el.

-: Te voy a contar algo.-. Dije cambiando el tono de mi voz a un susurro, como cuando cuentas algo que no quieres que nadie mas escuche.

-: Vine aquí solamente para alejarme de mi casa. Se que suena como una niñería pero es que tu no sabes como se pelean mis papas, además casi nunca están en casa. Un muchacho me molestaba siempre con su grupo de amigos y ya no lo soportaba.-. Me calle un momento recordando cuantas veces me había peleado con mis papas y el acoso de ese muchacho. Escuche el sonido de una ramita romperse.

-: ¿Hola?-. Pregunte con voz tranquila. Lo escuche de nuevo pero esta ves mas cerca. Rápidamente me levante, el árbol me tocaba la espalda. Escuche otro ruido, mas fuerte que no pude distinguir.

-: ¿Quién anda ahí?-. Pregunte, mi voz se oía más alterada.

Las ramas de un arbusto se comenzaron a mover y escuche más ruidos. No pude evitar correr. Seguí corriendo tratando de alejarme de aquellos sonidos. Ya no los escuchaba, así que volví la cabeza sin dejar de correr, hasta que tropecé con una rama y mi cara callo sobre unas espinas arañándome toda la mejilla derecha. Me quede boca abajo tratando de ver algo. Nada… ni sonidos, ni ramas moviéndose, ni pasos… nada, solo yo con la brisa y los árboles.

-: Que lindas son.-. Exclame jadeando al ver las espinas que me lastimaron. Trate de sonreír pero no pude, me senté en flor de loto y contemple las espinas, tal ves me ayudaran a calmarme.

-: Las ocho.-. Ni siquiera me había dado cuenta de que ya había oscurecido. Me incorpore rápidamente y camine para el lado contraria de las espinas.

-: Ah.-. Dije al tropezar.

-: Demonios.-. Dije al tropezar de nuevo. No veía nada a oscuras en el bosque. Recordé que Aída me había regalado un llavero con una lucecita. Lo saque rápidamente y prendí la luz. No se veía mucho pero me servia.

-: Al fin.-. Exclame al ver la gran escuela dos metros más lejos de la salida.

Camine hasta llegar a la puerta de esa grande instalación. No permitían la entrada hasta pasadas de las diez.

Me daba un poco de miedo tocar esas grandes puertas pero me arme de valor y lo hice.

La puerta no tardo ni dos segundos en abrir.

-: Buenas noches.-. Dijo un señor con voz grave y ronca. Cuando lo vi me percate de que no solo su vos daba miedo si no también su cara y su cuerpo robusto. Llevaba un saco negro, era alto, igual que mi papa, o más. De pelo negro muy bien cortado y ojos marrones.

-: Este… hola.-. Dije tartamudeando.

-: Señorita Blister ¿eh? No creí que llegara tan tarde.-. Debí pensar que se vería muy grosero llegar a esas horas por tu uniforme, pero ni siquiera vi una sonrisa.

-: Perdón.-. Fui lo único que pude decir.

-: Adelante.-. Dijo al mismo tiempo que se hacia a un lado para dejarme pasar.

-: Gracias.-. Conteste.

Por dentro la escuela era mucho peor. Estaba casi a penumbras. No vería nada si no fuera por esa única lámpara encendida. Todas las paredes eran grisas, aunque de noche se veían negras. El piso también era gris. En las paredes había una lámpara y dos metros más lejos, otra, y así hasta el final del pasillo.

Entramos a la primera puerta que decía “recepción”. Solo había un escritorio, y una señora sentada en el, que no levanto la mirada.

-: Señora Lil.-. Le llamo el señor que me acompañaba. Cuando levanto rápidamente la cara, pude ver que se veía muy cansada. Tenia ojeras, palillos en el cabello, su saco color feúcha que estaba muy arrugado.

-: Director Crom.-. Dijo sorprendida al percatarse de nuestra presencia. Su mirada se poso en mí.

-: Tú debes ser… Tanhia.-.

-: Mucho gusto.-. Dije mientras le daba la mano

-: Dame un segundo. Ahora te doy tu uniforme.-. Al levantarse pude notar que su falda estaba mucho más arrugada que su saco. Se dirigió a una puerta que no vi antes, estaba a lado de su escritorio. Salio con una bolsa de plástico en las manos, había ropa gris y azul adentro.

-: Aquí tienes.-. Dijo con una sonrisa muy grande.

-: Gracias.-. No podía estar igual de feliz que ella.

-: Te v a gustar. Realmente esta muy bonito.-. “lo dudo” quise contestarle.

-: Supongo que es todo lo que necesita ¿no señorita Blister?-. Me dijo el director.

-: Ah…si… Hasta mañana señora Lil.-.

-: Señorita. Por favor.-. Le había dicho señora. Que humillante. Es que estaba tan mal arreglada que se veía mayor de lo que en realidad era.

-: A. Y señorita. Le pido no vuelva a llegar tarde.-. Me dijo el director con cara de pocos amigos.

-: Si… director.-. Me volví y camine hasta que llegue a la puerta de la entrada con mi uniforme en la mano. Después Salí corriendo hasta llegar a la casa.

Subí las escaleras con fastidio y esperanzada de que todavía no hubiera llegado nadie.

-: Ah. Hola.-. Había una muchacha joven moviendo muebles.

-: Hola. Me llamo Celia. Perdón por mover los muebles, es que no quise mover tus cosas y a mi no me gusta dormir junto a la ventana.-. Me dijo, con voz un poco baja.

-: No importa. Te ayudo.-. Me apresure a decir. Terminamos exhaustas.

-: ¿Como te llamas?-. Me pregunto.

-: A si. Soy Tanhia Blister. ¿Somos las únicas aquí?-.

-: Claro que no.-. Dijo sonriendo.

-: Leo y Guero fueron por botana a la tienda. Por cierto.-. Dijo como cuando a uno se le pasa algo.

-: ¿Dónde estabas?-. Tenia pinta de ser muy chismosa. Así que le conteste sin contarle todo por completo.

-: Fui a dar un paseo.-.

-: Pero…-. Estaba confundida. Se rasco la cabeza y miro mi cachete y mis palmas extendidas. Me ardían.

-: ¿Esto?-. Dije señalando mis heridas. Asintió.

-: Me tropecé.-. Asintió lentamente.

-: Auch.-. Fingió estremecerse. Me reí.

-: ¿Te duelen?-. Tarde un segundo en darme cuenta de que estaba mirando mis rodillas. Por instinto me agache para verlas. Mi pantalón de mezclilla estaba roto de la rodilla izquierda. Mi rodilla estaba abierta y mi calceta estaba manchada de sangre, al igual que mi pantalón.

-: ¡Demonios!-. Al verlas de inmediato me comenzaron a arder.

-: Tranquila yo te puedo curar. El viernes ya no vas a tener nada.-.

-: ¿Cómo?-. Pregunte. De inmediato me arrepentí por que me escuche muy grosera. Pero a Celia le dio risa.

-: Tranquila, con una pomada. Pero mañana vas a tener que usar una venda. Se te abrió la rodilla. Creo que ya lo sabes ¿no?-. Se levanto, y fue directo a su cajón del buró. No parecía esperar respuesta sin embargo yo se la di.

-: Lo se.-.

-: ¿Donde y como te caíste?-. Oí una nota de humor en su voz. Odiaba mentir, pero lo hice. No quería decirle a nadie lo que me paso en el bosque.

-: Iba corriendo, me caí y mi rodilla se estampo con la banqueta.-. En realidad había sido con una roca. Pero no hay mucha diferencia. Se salio de la recamara y regreso con un trapo mojado, luego tomo la pomada de su mochila y la venda. Me ardió un poco el roce con el trapo, el resto fue fácil. Cuado me estaba poniendo la venda sonrió para si misma y me hablo sorprendida.

-: Tienes una piel hermosa.-. Me eche a reír. Ella de repente se preocupo, como si hubiera dicho algo malo. Todas mis amigas me lo decían siempre que tocaban mi piel.

-: Gracias.-. Me miro y cuando la voltee a ver siguió con mi rodilla. Era claro que le dio curiosidad mi loca carcajada, pero decidí dejarla con la duda.

Se escucho que una puerta azoto.

-: Ya llegaron. Y yo ya acabe.-. Dijo al tiempo que se levantaba de un salto. Se dirigió a la puerta. Yo me levante, tome mi maleta y comencé a desempacar.

-: ¿No vienes?-. Dijo con curiosidad.

-: Ahora voy. Quiero desempacar primero.-. Dije. Me sorprendió su invitación.

Celia se salio y cerro la puerta. Seguí desempacando y escuche como se azotaba la puerta de la recamara.

En mi maleta, hasta abajo había algo duro. Saque la ropa que tenía arriba y me encontré con una lámpara de buró con foco rosa. Tenía una nota pegada.

Tanhia:

Te damos esta lámpara para demostrarte cuanto te queremos, aunque solo sea un pequeño detalle, innecesario, creo yo.

Te deseamos toda la suerte del mundo en tu nueva vida. Pero lo más importante es que no olvides que te amamos.

Piensa en nosotros.

Con cariño mama.

Me hubiera echado a llorar, pero afortunadamente Celia me llamo.

-: ¡Tanhia!-. Me grito, más bien.

-: ¡¿si?!-.

-: ¡Baja!-.

-: ¡Si!-. Fue todo lo que pude decir. No gritaba muy fuerte.

Escondí la nota en el cajón de mi buró y baje con paso apurado.

-: ¿Qué tal?-. Me dijo un muchacho que me dedico una enorme sonrisa. Desde hace mucho tiempo no me sentía con una bienvenida tan prospera. Me hizo sentir bien. Su cabello era negro, tenia ojos verdes y pantalones de mezclilla rotos, también usaba una playera de tirantes naranja y fodonga y una gorra volteada de lado.

-: Hola.-. Respondí.

El otro muchacho se apresuro rápidamente hacia mí. Era castaño, de piel bronceada, sus ojos eran café fuerte, era robusto, delgado y su mirada era ruda.

-: ¿Quieres quedarte con nosotros?-. Me pregunto ilusionado el castaño.

-: Pues… de verdad me gustaría, pero es que tengo muchas cosas que hacer.-.

-: No te preocupes. En otra ocasión.-. Dijo el muchacho de pelo negro, lacio, con mirada vacilante.

-: Soy Leo.-. Me dijo el castaño.

-: Y yo soy Guero.-. Se apresuro a presentarse el otro.

-: Yo soy Tanhia.-. Dije.

-: Bueno… nos vemos mañana.-. Los despedí con la mano y subí corriendo las escaleras. Realmente solo había ido a saludar y el chico Guero me hizo sentir más cómoda de lo que me abría imaginado.

Puse mi edredón de corazones rosas, morados, verdes, azules y amarillos, su fondo era negro. Y a mis almohadas les puse las fundas, una verde y un amarilla. Coloque mi lámpara en mi buró y saque mi computadora portátil. Quería investigar sobre la escuela, pero en la media hora que estuve buscando no encontré nada. Se me hizo muy raro que una escuela tan cara no tuviera su página de Internet, pero así era, no la encontraba en ningún sitio, hasta que me rendí. Estaba muy cansada y aburrida, pero no podía dormir así que me levante y comencé a leer un rato en lo que me daba sueño.

-: Tanhia, Tanhia.-. Me susurro Celia, mientras me agitaba del hombro.

-: ¿Que?-. Dije medio dormida.

-: ¿Te vas a tapar?-.

-: ¿Me quede dormida?-. Pregunte mientras me levantaba y acomodad el libro en su sitio. Me apresure a lavarme los dientes, a ponerme mi short que usaba para dormir, mi blusita de tirantes verde militar y a hacerme una coleta sin mucho trabajo. Me recosté en mi cama y me quede dormida.

Idolatra por un demonio

PREFACIO

Al fin era el día, me iba a alejar de ese muchacho que me tenia inquieta, y que me acosaba desde que cumplí los quince años. No eran feos, sin embargo el y su grupito me tenían muy asustada. Siempre que pasaba junto a ellos no me dejaban de mirar, y mucho menos Pool. Llegue a tener tanto miedo que no salía de mi casa sin antes verificar que el no estuviera afuera esperándome. No le dije nunca a nadie, me daba miedo que hiciera algo, además de que me daba vergüenza. Para que le hago al cuento, lo que me impedía hablar era la vergüenza.

Todo en el peor momento, pero al menos me alejaría de el, aunque lamentablemente también de mi actividad favorita: pasear por el bosque, tocar los árboles, respirar el aroma del cedro. Toda esa belleza que permanecía detrás de mi casa. A todo eso le diría adiós.

Vivía en una pequeña aldea, me había mudado hacia cinco años de ese pueblecito que no tenía nada más que basura en todas las calles. Me daba dolor de cabeza. Mis padres me mandarían a un dichoso colegio que ni siquiera sabía donde estaba, no quería enfurecerlos mas preguntándoles su ubicación. Así que mantuve mi bocota cerrada. Su nombre era muy extraño, ese llamaba “instituto fríos”. Lo único que me habían dicho era que en que, precisamente, en las instalaciones hacia mucho frió, supuestamente debido al mismísimo material del que estaba hecho.

Cuando me pelee con ellos y les dije que me quería alejar, que no soportaba verlos a la cara en sus condiciones, me permitieron irme al instituto.

Mi madre era una persona alta, me llevaba casi diez centímetros, era rubia de piel blanca, muy suave y sin un lunar siquiera, ojos negros y siempre se vestía muy elegante, luciendo su cuerpo desde que había bajado de peso. Mientras que mi papa era el doble de alto que ella, pelo negro, muy negro, ojos color miel, de piel morena y siempre vestía de pants. Ambos igual de atractivos, igual de fríos, igual de duros, e igual de distantes con migo. Si era tan igual ¿Por qué demonio peleaban todo el tiempo? ¿Por qué no se llevaban bien? Creía que yo era el problema pero me había equivocado.

domingo, 10 de enero de 2010

La cazadora capitulo 3


-¿problemas en la escuela?
-Sí pero eso paso además la mayoría no se metía conmigo después de amenazarlos.-dejamos ese tema y recorrimos la casa, que era muy grande hablábamos sobre que nos gustaba y sobre que no.
-¿Oye? ¿Cuándo es tu cumpleaños?-pregunte
-17 de Junio ¿y el tuyo?
-Es…es…hoy-se quedo quieto ahí parado sin mover se.
-¿Por qué no me dijiste?
-No creí que fuera importante
-¡¿Qué no es importante?! Es tu cumpleaños y yo dándote un tour aburrido en una vieja mansión. No esto está muy mal. Te llevare a un lugar. ¿Dónde quieres ir?- pensé en que quisiera hacer y llegue a la conclusión perfecta de lo que quería hacer y todavía era temprano debían ser las 12 de la tarde.
-¿Puedo pedir lo que yo quiera? ¿Lo que sea?
-Si
-Bueno quiero primero quiero dinero para ir de compras y después ir a la playa con Alan.
-¿Con Alan?
-Sí y tú dijiste lo que sea.
-Está bien pregúntale a su mamá si puede ir.-
-Gracias
-la cocina esta abajo a la derecha topar con pared izquierda y topar con pared otra izquierda hasta el fondo.-Tome su dirección que me dio no era muy complicado andar por la casa solo tenias que poner atención a los caminos. Cuando llegue a la cocina estaba Alejandro, Alan y una señora muy parecida a Alan. Cuando se dieron cuenta que estaba ahí para ron de hacer sus cosas y dijeron a unisonó:
-Señorita
-¡Hay! Cuantas veces tengo que decirles que no soy señorita soy Violet.
-Lo siento.-Dijo Alan.
-No hay problema-dije y le di una sonrisa. Después mira a mamá que preparaba algo que olía muy bien-ella es tu mamá
-Si

-Hola señora mucho gusto en conocerla y como ya dije quiero que me llame Violet nada de señorita.-dije con una sonrisa.
-Bien pero tú no me digas señora soy Isabel
-Bien
-Huele muy rico lo que cocina
-Gracias. Me podría decir que desea.
-Si claro son dos cosas, bueno primero quiero que haga una cena para cinco personas. Si no es mucha molestia.
-No hay problema.
-Que bien después quería pedirle que por favor me deje llevarme a su hijo conmigo. Es que hoy es mi cumpleaños y Xavier me llevara a pasear.
-¿Hoy es su cumpleaños? Felicidades. Pero mi hijo….
-Mira no hay problema Xavier dijo que sí. Además si no lo dejas te juro que lo raptare de todos modos.
-Está bien…
-Gracias.-dije y agarre de la mano a Alan y lo jale todo el camino hasta la puerta principal donde nos esperaba Xavier.
-¿Dijo que si?- pregunto mirándome
-Si.-dije con una sonrisa. Luego vi que Xavier miraba otra vez de ese modo a Alan y el agachaba la cabeza. Me acerque a Xavier y le di una bofetada con todas mis fuerzas.
-Violet que….
-Te dije que no lo volvieras a mirar así. Tienes que aprender modales. Pero te juro que si no me obedeces te arre lo que te prometí.-El me miro sorprendido.
-Veo que no bromeas. Violet, creo que eres igual que tu madre tu padre no tenía carácter. Y se ve que cumples lo que dices.
-Si algunas amenazas otras no son posibles pero si lo fueran no creo que o aria-dije recordando mi amenazas sobre cómo iba a mandar a los vampiros a matarlos.
-Bueno ya estas advertido. Súbete al auto. Anda no tengo todo el día.- nos subimos al auto y el condujo hacia el centro comercial.
-¿Puedo preguntar algunas cosas?-dijo nervioso
-Si. Claro.-dije con una sonrisa.
-¿Por qué le pegaste al señor de Xavier? ¿Cuántos años cumples? Y ¿A dónde me llevas?
-mmm… primero no es el Señor Xavier, se llama Xavier y así le dirás ¿verdad Xavier?-el me miro con resignación y asintió-ya ves, cumplo catorce y ahora vamos al centro comercial, después quien sabe. Es una sor presa.
-Pero hoy es tu cumple años ¿Por qué me das la sorpresa a mi?
-Porque mi mejor regalo va ser la cara que pondrás.-le sonreí y el parecía confundido.
-Violet eres muy mala o muy buena.-dijo Xavier.-primero los tratas como cualquier persona, me golpeas porque lo veo y él se intimida, me quieres enseñar “modales” mírate tú, no tienes ni uno señorita como me amenazaste no se amenazan a las personas pero sé que eres capaz de cumplirlo, luego le das una sorpresa al muchacho en tu cumpleaños y me robaras dinero.
-Son cosas que yo hago y tu aprenderás de mi solidaridad y yo aprenderé de ti pero primero tu de mi. Además no te robo dinero, tú tienes mucho, ese es mi regalo de cumpleaños que me darás tú. Y Alan ya dije. Y también Alejandro e Isabel. Aunque no se den cuenta.
-Sera tu primer cumpleaños sin ellos. ¿Quieres hablar de eso?
-No eres bueno de psicólogo, Xavier.-dije sonriendo-es duro pero sé que ellos están felices y que están orgullosos de la persona que soy y en la que tú me convertirás. Porque ellos te escogieron por alguna razón.-eso lo dije con vos triste. Pero yo no quería que me vieran mal así que rápido sonreí. No era la clase de chica que mostraba sus sentimientos, nunca lo asía.
Llegamos al centro comercial.
-Dame dinero.-le dije a Xavier.
-Que niños de ahora. Te roban tu dinero.
Ella